24 Promoción Radiotelegrafistas E.A.
Pronto hará 37 años que salimos como Sargentos Especialistas, y en septiembre de este año se cumpliran 41 años desde que entramos por la puerta de la Escuela. Ha sido toda una vida.
Desde estas lineas quiero recordar a todos los componentes de la 24 de Radios, mi promoción, a los que estan y a los que nos han dejado, a los profesores de la Escuela de Transmisiones de aquellos años y a todos los "Radios" de promociones posteriores.
“Orden Ministerial núm. 1195/73 de 26 de Abril, por la que se convocan 311 plazas de Especialistas profesionales del Ejército del Aire”. Con estas palabras, se iniciaba la andadura de la 24 promoción de Radiotelegrafistas dentro del Ejército del Aire. Hacia 14 años que no se convocan plazas para nuestra especialidad.
En esta misma O.M. se solicitan 73 plazas de Radios que realizaran sus cursos en la Escuela de Transmisiones de Cuatro Vientos (Madrid), en lo que hoy es la Escuela de Mando, Control y Comunicaciones.
Los que aprobamos, nos incorporamos el día 17 de septiembre. Recuerdo que mi viaje a Madrid, lo hice con el que después seria y es mi mejor compañero. Ramón Montesinos Capero. El ya era soldado, ya había jurado bandera, y estaba haciendo la mili en el cuartel de Chirivella, en la centralita de teléfonos. Hoy día ese edificio pertenece a la Policía Local de Valencia, aunque aun luce con orgullo el emblema del Ejército del Aire, pero sin la corona Real. Años después volvería durante un año junto conmigo y algunos compañeros más.
No recuerdo exactamente cuántos fuimos en la primera promoción, pero sí de Sargentos especialistas. Se convoco para 59 y salimos 57. Dos solicitaron la baja.
Los primeros tres meses transcurrieron despacio, haciéndonos a la vida militar, unos más aprisa que otros. En la promoción había ya gente que estaba dentro del ejército, incluso con los grados de Soldado de Primera, Cabo y Cabo 1º.
Como reclutas que éramos el resto, a parte de los estudios, teníamos la instrucción. Empezábamos a las 8 con la primera clase, ya excepción de media hora durante la mañana, no parábamos hasta la hora de comer. Después de comer, instrucción. Un par de horas. Estudio hasta la hora del paseo - quien pudiera salir – y a las siete estudio hasta las nueve, que cenábamos y a la cama. Eso si no tenias servicio de imaginaria.
Había cuatro imaginarias. La primera empezaba apenas tocaban silencio, a las 11 de la noche hasta la una de la madrugada, la segunda de una a tres, la tercera de tres a cinco, y la cuarta de cinco a siete. Pero siempre duraba un poco más. Un cuarto de hora antes había que despertar al siguiente, con lo que había quince minutos en los que te tenías que despertar, despejar y vestir. El cuarto imaginaria, llamaba un cuarto de hora antes a los cuarteleros. Todo estaba previsto, excepto que en algunas ocasiones el siguiente imaginaria se dormía, no se levantaba. Si te pillaban era un arresto con la pena accesoria de disminución de puntos, o eso decían.
Los arrestos iban por grado. Del 1 al 5. Los grados más aplicados eran del 1 al 4. El 5 era por algo muy grave, o por acumulación de varios superiores al 3 y conllevaba la solicitud de expulsión. Solo vi una vez aplicar el 5 y fue desagradable
Ese primer año nos alojaron en la 1ª Escuadrilla. Era el edificio de en medio de las tres hileras que había junto a la Plaza de Armas. Nuestros dormitorios eran edificios grandes, divididos en dos pisos y departamentados en 10 espacios y dentro de cada uno de ellos, cinco literas, es decir 10 alumnos, con sus respectivas taquillas metálicas y dos armarios hechos de obra con las puertas de madera y pintadas de verde. Los Cabos 1º, por su rango, tenían derecho a una habitación para ellos solos, con sus taquillas.
Las plantas bajas estaban habilitadas como aulas, que en realidad era la zona de estudio al que debíamos acudir diariamente al menos dos horas diarias.
Los días pasaban monótonos. Diana, desayuno, clases, comida, estudio, paseo, cena y retreta.
Diciembre fue un mes donde se rompió la monotonía. Juramos bandera, fue nuestra primera Patrona y nos íbamos de permiso de Navidad. Todo eso ocurrió pero con una salvedad. El permiso de Navidad casi se nos fastidia. El mismo día que deberíamos irnos, ETA, asesinaba al Almirante Carrero Blanco. La noticia nos llegó en medio de la primera clase. Alarma general, todos a sus escuadrillas. El Escuadrón de Alumnos permanecimos sentados en la sala de estudio. La Escuadrilla de la PA patrullaba por el interior de la Escuela, y la Escuadrilla de servicios reforzó la guardia y las patrullas. Nadie sabía nada, o si lo sabían, nadie nos quería decir nada. Los canarios y los andaluces eran los que estaban más nerviosos. Tenían sus billetes comprados desde hacía semanas y deberían salir ese mismo día a sus casas. El resto esperábamos y elucubrábamos que sucedería. Todos apostábamos por el acuartelamiento y quedarnos sin permiso.
Sobre el mediodía, llego la orden para los andaluces y canarios. Se iban a casa. Un autobús los recogería en la Plaza de Armas y los trasladaría a la estación de Chamartín y al aeropuerto de Barajas. El resto permanecimos en la Escuadrilla. Comimos en la Escuela, con el consiguiente soponcio para el de cocina, que no esperaba más que a unos cuantos, y se presentaron a comer casi todo el Escuadrón de Alumnos, más de 200. Nada mas comer, llegó la orden. Los alumnos podían irse de permiso.
Aquello fue una desbandada general. Todos salimos de allí como alma que lleva el diablo a la caza y captura de “La Blasa”, la línea de autobuses que aun creo que hoy sigue haciendo el trayecto Alcorcón, La Fortuna, Cuatro Vientos, estación del Norte. Desde allí, cada cual a su estación, Atocha, Norte o Chamartín, con la esperanza que sacar el billete sin contratiempos, subir al tren y llegar a casa a pasar la Navidad. Pero sobre todos nosotros sobrevolaba la sombra de la PM reuniéndonos y haciéndonos volver a la Escuela. No ocurrió nada de eso. Disfrutamos del permiso desde el mismo día 22 al día 7 de enero.
Transcurrió el segundo trimestre con más o menos altibajos en la Escuela, hasta la llegada del permiso de Semana Santa.
Al comienzo del tercer trimestre nos llegó la noticia. Habíamos sido designados para desfilar en la Castellana, ante Franco. Era el año 1974. A la acostumbrada instrucción se sumo más instrucción. Acercándose la fecha del desfile, se suprimieron las clases de la tarde y el paseo, para marchar y marchar en formación cerrada en fondo de nueve a golpe de tambor. Eran los ensayos del día del desfile.
Días antes, se incorporo a la escuela la unidad de paracaidistas que debería desfilar detrás de nosotros. A partir de ese día los ensayos fueron continuos, día y tarde bajo el mando del Coronel que mandaría la Agrupación.
El día del desfile llegó. A las cinco de la mañana diana. Desayuno especialmente fuerte – creo que fueron tres galletas mas a cada uno -, pasar por la armería de la escuadrilla, recoger el CETME y, cosa curiosa, los tres cargadores que debíamos llevar, repletos de munición de guerra. Aquello nos sorprendió. Nunca he sabido realmente a que se debió.
Salida de la Escuela a las seis y a las siete llegamos al Retiro donde nos bajan de los camiones y autobuses y nos agrupan. Allí permanecimos hasta las doce, hora en la que iniciamos la marcha en formación y marcando el paso, camino de la Castellana, para pasar por delante de Franco y todos los que a su alrededor estaban. Supongo que habría aplausos, ¿o no? Yo no los recuerdo. Bastante teníamos con no perder el paso, llevar la alineación no girar la cabeza mucho que se notaba. Recuerdo que llevábamos los correajes blancos, las dos cartucheras blancas y el casco, de plástico, menos mal, también blanco.
Terminado el desfile regreso a la Escuela. Reunión en la sala de estudio y felicitación por parte del General Franco a todas las unidades que desfilaron, acompañada de un permiso de 48 para todos nosotros. Lo que tardamos en lanzarnos a la carretera a hacer “dedo” y nada, todo fue uno. Ese día, la PM no apareció en ninguna carretera como era habitual en ellos los fines de semana.
Aquí tengo que contar una anécdota que le sucedió a un compañero. Pedro Muñoz González, se vino conmigo a Valencia, pero decidimos hacer “auto-stop” cada uno por su cuenta. Era más fácil que recogieran a uno que a dos. A la salida de Madrid, debajo del puente de Vallecas, a Pedro lo recogió un coche. Subió y directo a Valencia, bueno casi hasta Valencia. Cuando nos vimos me conto lo que le sucedió.
Durante el camino, la persona que le recogió se intereso por saber si había desfilado. Debieron estar hablando de ello, cuando Pedro se levanto la solapa del bolsillo izquierdo de la chaquetilla. El botón se había descosido y lo llevaba sujeto con un medio palillo. El conductor lo vio y le comento que aquello era un acto de veteranía. Pedro le dijo que se le había roto antes del desfile, cuando apoyo el pasador más próximo a la culata en el bolsillo para que el CETME no pesara tanto. De hecho podía llevarse colgado sin sujetarlo con la mano. Cuando llegan a la puerta de la B.A. de Manises, el coche para y Pedro le dice que el no va allí. Por toda contestación el conductor le dijo: “Pero yo, sí”. Pedro se apeo del coche y se quedo mirando hacia la entrada, donde la guardia formo, se dieron los tres toques de ordenanza y se le dieron las novedades. Era el Coronel Jefe de la Base Aérea de Manises.
Dos meses después finalizaría el curso. Nos destinaron “por pizarra”. Pusieron las vacantes en una pizarra, y cada cual por riguroso orden de nota media obtenida a lo largo del curso pidió destino. Entonces aun salían vacantes para El Aaiún, seria la penúltima vez. A África fueron el último de la promoción, y otro que, a pesar de no ser el penúltimo, ni mucho menos, por una apuesta de whiskies, pidió ir allí con la consiguiente alegría del penúltimo de la promoción que fue a Canarias. Un año después, perderíamos nuestras posesiones en el Sahara y nuestros dos compañeros se integraron en la 7ª Escuadrilla, ubicada en Canarias.
La promoción se separó durante dos años y dos meses. Cada uno ocupo su puesto como Cabo Ayudante Especialista Radiotelegrafista y posteriormente como Cabo 1º Ayudante Especialista Radiotelegrafista.
El día 15 de septiembre de 1976, nos volvimos a reunir los 59 de nuevo. Volvíamos a la Escuela de Transmisiones.
Nuestro plan de estudios no estaba claro. Los tres primeros meses los pasamos en la Escuela, pero cuando regresamos del permiso de Navidad, los Radios tuvimos que ir todos los días al cuartel General del E.A. a la Escuela de Idiomas. Nos estaban preparando para algo que no sabíamos.
En Junio recibimos una orden. Teniamos que custodiar el Aeropuerto de Barajas. Eran las primeras elecciones generales. El ejercito en general tuvo que hacer labores de vigilancia en sitios estrategicos y de particular interes. A nosotros nos asignaron Barajas. Patrullamos por la terminal, por las pistas, por los depositos de combustible, hangares y todas aquellas instalaciones que nos asignaron.
Finalizado el curso, el día 15 de Julio de 1977, cincuenta y siete radios recibimos el diploma de Sargentos Especialistas Radiotelegrafistas.
Pocos días después de la entrega de despachos, salimos convocados para realizar un curso de Control Aéreo en la Escuela de Controladores Aéreos de Barajas, con una duración de 9 meses.
Al terminar el primer trimestre, algunos de nuestros compañeros fueron dados de baja en el curso por no reunir las condiciones y tuvieron que pedir destino. Empezaba la diáspora de la 24 de Radios.
Finalizado el curso, cada uno de los que permanecimos en el curso, tuvimos que pedir destino de control. Los Centros de Control de Madrid, Barcelona, Valencia, Canarias, Palma y Sevilla fueron los destinos. Las unidades CAMO se habían creado y éramos los segundos en llegar a ellas.
Desde aqui quiero recordar a todos aquellos mandos que fueron nuestros profesores, unos mas suaves, otros menos, pero al fin y al cabo ellos tambien compartieron parte de su vida con nosotros.
Parte de la promoción se volvió a reunir tres años después. Teníamos que hacer un curso de tres meses, el Curso de Ampliación de Conocimientos, de nuevo en la Escuela de Transmisiones. La primera mitad de la promoción fue de Septiembre a Diciembre de 1980. La segunda de Enero a Marzo de 1981. En esa estaba yo. El intento de golpe de Estado nos pilló en Madrid. Fue una noche larga. Algunos de nosotros teniamos la familia en Valencia, y allí sí estaban los tanques en la calle. No sabíamos que hacer, de modo que como no recibíamos ordenes, seguimos con lo nuestro, es decir acudir a clase en “La Blasa”, vestidos de uniforme. Finalizado el curso nos reincorporamos a nuestros destinos y las veces que hemos vuelto a coincidir ha sido en cursos y en destinos.
No sería hasta el año 2002, cuando celebramos los 25 años de la promoción, cuando nos reuniríamos casi todos, incluso los que estaban en la Reserva Transitoria. Especial ausencia la de Pedro Muñoz González.
De la 24 Promoción de Radiotelegrafistas del E.A. salio el primer Suboficial Mayor del Ejercito del Aire. Ahora todos estamos en la reserva, cada uno ha seguido su vida. Algunos dejamos de vernos hace muchos años. Con otros tenemos más o menos contacto, pero hay algo que nos ha unido y es común. Todos hemos sido radios. La especialidad de Radiotelegrafista desapareció oficialmente hace unos años. Se termino el morse. Se termino el golpear con la cuchara sobre la mesa a modo de manipulador. Se termino el recibir a 20 y 25 palabras minuto. Se termino transmitir en codigo "Q". Todo eso ya es parte de la historia del Ejercito del Aire, y los radios formamos parte de ella.
Quiero tener un recuerdo muy especial para aquellos compañeros que nos han dejado definitivamente, Pedro Muñoz Gonzalez que falleció en 1987 y Francisco Rodríguez Zazo.
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QRT